Viernes por la noche. Después del ocaso las luces del alumbrado publico se reflejan en las nubes, que cubren el cielo de la ciudad como una gran sabana, dándole a las calles un tono anaranjado pálido. Don Carlos Martínez camina rumbo a su casa, con una pequeña bolsa de pan en una mano y el periódico de la tarde en la otra. Jubilado, trabajo casi toda su vida en los talleres de ferrocarriles nacionales, con esposa y cinco hijos casados, no sabe que hacer con su tiempo; el cual ocupa en una que otra labor doméstica, reparando el refrigerador, la estufa o el televisor, necesite de ella o no. Se detiene en la esquina a esperar a que el semáforo cambie a rojo para poder cruzar y llegar al edificio donde vive. Nada en especial a ocurrido el día de hoy; con desinterés mira los coches pasar frente a él. Reconoce entre todos el automóvil de uno de sus vecinos, un joven ingeniero que vive en el departamento de junto, se ve muy bien vestido, con seguridad va a una fiesta, a divertirse toda...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.