Su nombre no tiene importancia, nada en él lo tenía, así lo hicieron pensar y el lo creía. Llegando casi a la mitad de su vida, decidió que no había nada en el mundo que lo hiciera seguir viviendo. Lleno una solicitud con un bolígrafo prestado a la salida de una estación del tren subterráneo, la coloco en un buzón y se olvido del asunto por un par de años. De esa forma quedo inscrito en una lista de espera de varios miles de solicitantes. Su sorpresa fue mayor cuando recibió el aviso de que había sido aceptado. La depresión que lo agobiaba al momento de inscribirse era cosa del pasado, así que dudo en aprovechar la oportunidad que le ofrecían. A lo largo de los días, después de pensarlo una y otra vez, decidió que nuevamente que lo mejor era irse. Los días previos fueron los mas duros de su vida: Tuvo numerosas fiestas de despedida; amigos y familiares le demostraron cuanto lo extrañarían cuando se fuera, una y otra vez le repitieron la misma pregunta: ¿...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.