El silencio y la tranquilidad llegaron repentinamente sorprendiendo a Aristarco Mendiola más que la emboscada. La AK-47 en el suelo, no muy lejos de la mano inerte, un charco de sangre espesa sobre la grava, el cuerpo tirado boca abajo. Aristarco ha perdido de repente el interés en lo que le rodea, no teme verse en el rostro que yace en el suelo, sin embargo se sabe incapaz de levantar el cuerpo, su ser no tiene fuerza, ni sustancia para hacerlo. Un agujero oscuro se abre junto a la camioneta 4x4, el mundo material abre paso al más allá. Siempre creyó este momento tan terrible y angustioso, pero se desarrolla en una paz subyugante. Aristarco Mendiola piensa en lo que deja atrás antes de dar el primer paso al escalón, se sonríe, pues nunca lo atraparon vivo. El descenso por la escalera fue largo y cansado, serpenteando a través de una oscuridad absoluta, escuchando una música, los lamentos de aquellos apartados de la luz. El sillón es cómodo, la sala luce limpia y bien iluminada, hay un...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.