El estaba preocupado por el trabajo; todo el tiempo con los minutos contados para atender a sus clientes, cargando una pesada agenda llena de citas. Ella no se preocupaba por nadie; vivió atada a sus padres hasta que murieron, siempre les guardo rencor por todo lo que no pudo hacer. Ambos viajaban en el Metro un viernes en un vagón repleto de gente, llegaron a la estación Zócalo. El estaba retrazado, miraba el reloj con ansiedad. Ella no tenía a donde ir o que hacer, su mirada se perdía en la contemplación del todo y de la nada. A él no le interesaba relacionarse con nadie, un compromiso no entraba dentro de sus prioridades. Lo que ella menos deseaba era atarse a otra persona, apenas conocía su libertad y la quería demasiado como para perderla otra vez. Ninguno de los dos creía en el amor, y mucho menos en el amor a primera vista. Pero cuando sus miradas se cruzaron, las cosas en las que creían cambiaron. Por un momento, él se pregunto si cultivar un sentimiento, atesor...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.