Román recorre el camino a pie: el viento eleva el polvo que se acumula en una cuneta a la orilla de la carretera. El sol quema su cuello y el tirante de su maleta le ha rozado el hombro; pero disfruta de este maldito paseo. Lleva puesto sus pantalones vaqueros favoritos, sus botas altas y lentes oscuros. Caminar por estos campos de magueyes amarillentos le sienta bien, como que le da estilo. Se detiene a orilla del camino y arranca una varita de zacate para metersela entre los labios: ahora si, se siente todo un “cowboy”. Durante algún tiempo el terreno había sido invadido, pero después de mucho tiempo y pleitos legales aquella gente se fue, dejando la casa y los alrededores tan deshabitados como siempre. Nada crece en el desolado paraje, solo el pasto reseco cubre las lomas y parte del lecho seco del lago. Román mira la casa desde la maltrecha cerca. Es ganancia que aún permanezca de pie. ¿Qué tanto podrá arreglarla? Se pregunta, solo el tiempo lo dirá. Después de todo será una b...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.