Conocí a Rafa García hace diez años, cuando empecé a frecuentar el restaurante donde él trabajaba, en el centro de la ciudad. Como aspirante a escritor me habían recomendado observar a la gente; entonces pensé que no habría mejor lugar donde observar a diversas personas, sin que estas se molestaran, que en un restaurante. De esa forma entre en aquel establecimiento, pedí una taza de café y empecé a tomar nota de lo que veía. Es curioso, pero no repare en Rafa hasta mucho tiempo después. El servicio del restaurante era excelente: las ordenes eran servidas con prontitud y sin errores; las mesas siempre estaban limpias y listas para recibir comensales; en una ocasión me senté en una recién desocupada: las gentes dejaron un autentico regadero sobre ella. Apenas estaba acomodado en la silla llego Rafa: un hombre bajo y moreno vestido con uniforme blanco y negro, a levantar los trastes. Con la habilidad de un equilibrista, la pericia de un carterista y una...
Un dia decidi escribir; tome una libreta y un lapiz. Otro dia me comprometi a ser escritor; compre una maquina de escribir. Despues me di cuenta que no podia seguir escribiendo en papel; me consegui una computadora. Ahora, no lo se; quiero mostrar lo que he hecho y lo que habre de hacer.