
Durante la
función anterior las mallas blancas de su esposo se rompieron en la
entrepierna, mientras brincaba entre aros encendidos. El muy bruto no se los
dio antes porque se emborracho hasta vomitar después de la función.
Esther no
sabe porque sigue amando a ese hombre:
borracho, mujeriego y que cada año pierde habilidad y aumenta de peso. Es un
hecho que Ernesto no quiere aceptar, esta llegando a la edad del retiro, después
no saben que hará.
Dando
piruetas Ernesto se acerca para recoger sus mallas, impúdicamente se desnuda y
se viste a los cuatro vientos en unos instantes. Le da un beso a Esther y se
aleja rumbo a la carpa raída instalada en el camellón de una avenida.
Esther no
ve el acto de Ernesto, no soportaría verlo caer del trapecio.
― ¿Cómo estuvo la función? ― Pregunta al
regresar Ernesto.
― Estuvo
bien, ahora vente.
Se suben
Ernesto y Esther a la combi 75 y follan toda la noche. Mientras las luces del
circo se apagan y la avenida queda desierta.
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