El
satélite no tiene nombre, la primera expedición lo acaba de descubrir hace una
semana. El gigante gaseoso que orbita es conocido como una serie de cifras en
el más reciente catalogo espacial. Se
clasifica como un “dirth snowball”, una bola de nieve sucia; su principal accidente
geológico es una fuente termal que debido a las fuerzas de marea hace fluir una
corriente de metano líquido, a lo largo de las eras la corriente ha escarbado
un largo y ancho cañón y una sucesión de lagos de metano que entre más se
alejan de la fuente se hacen más extensos y menos profundos hasta desaparecer
en un inmenso pantano de hielo y metano.
A
la orilla de uno de los lagos descendió la primera expedición. Una capsula exploradora para dos tripulantes,
de tecnología anti gravedad estándar y acceso a la red de túneles sub espaciales.
Dentro de ella los dos tripulantes descansan en una litera.
“Servando
debe morir” piensa desde la litera el capitán Alejandro Briseño. Por más de dos
décadas ha vivido a la orilla del espacio conocido; su piel se ha oscurecido
bajo la luz de docenas de estrellas y su cabello se ha quedado en el interior
de su casco espacial. Ha visto y ha estado en tantos lugares como el mayor explorador
del espacio; de esa larga vida solo tiene una cosa de la cual quejarse: Se está
haciendo viejo y no tiene nada de lo que un hombre podría enorgullecerse. No
tiene familia, no tiene un hogar, nadie lo respeta y nada le pertenece.
La
nave le pertenece a la compañía y la usa en una empresa de riesgo: El arriesga
su vida y la compañía arriesga su dinero. Si logra un descubrimiento los
beneficios se dividen a la mitad: un trato justo.
Hace
algunos años estuvo cerca en otro planeta sin nombre: las llanuras de un
continente vacío rebozaban de circonio, molibdeno y tungsteno. Paso meses
peleando en la corte; alguien había llegado primero. No obtuvo nada por el
descubrimiento; cuando no hubo nada más que hacer le consoló la idea de que
volvería a intentarlo y una nueva oportunidad se presentaría.
Ahora
no cree que vuelva a tener otra oportunidad. Los sedimentos que el metano ha
arrastrado mientras formaba el cañón rebozan de minerales valiosos, forman una
costra de un kilómetro de espesor en el fondo de los lagos; elementos que si
este satélite hubiera tenido un núcleo incandescente se habrían hundido fuera
del alcance de la minería. Aquí está a plena vista.
Con
este descubrimiento Alejandro podría retirarse con fama y riqueza, quizá
seguiría explorando únicamente por placer.
Su error consistió en permitir que Servando explorara solo mientras
realizaba los análisis de laboratorio.
Revisaba
los resultados, aún incrédulo de su buena suerte, entonces regreso Servando con
una historia de animales viviendo en el fondo del lago, de inmediato se puso a
llenar un informe donde decía que encontró una raza inteligente y civilizada.
No
puede permitir que es informe llegue a las autoridades, con seguridad
declararían una cuarentena. Su última oportunidad perdida por un estúpido que
nunca ha visto un hormiguero o un panal.
En
la litera inferior Servando Cohen tampoco duerme: El planetologo sigue pensando
en los maravillosos patrones geométricos que descubrió en el fondo del lago;
algunos parecen parcelas donde se cultivan criaturas semejantes a percebes,
otras sin duda son sus moradas, auténticas construcciones habitadas por grupos
familiares, incluso algunos parecen templos y otros escritura.
Le
molesta que el capitán no quiera aceptarlo: no importa que las criaturas no sean
antropomorfas, son más semejantes a pulpos albinos, o que sean de relativamente
pequeños, en teoría a tan bajas temperaturas las neuronas serían
superconductoras requiriendo una menor masa encefálica.
Puede
imaginar el revuelo que causara cuando
regresen a casa; seguramente habrá una gran expedición que él dirigirá. Los
grandes investigadores se le acercaran para colaborar; se publicaran amplios
estudios y será cuestión de tiempo para que le ofrezcan un lugar en el colegio
académico.
No
puede creer la suerte que tuvo de haber tomado la balsa para recorrer el lago,
sus orillas y sus islas, aunque el capitán le advirtió que nunca explorara
solo, pero con tan poco tiempo en este mundo virgen y Alejandro ocupado en el
análisis de las muestras minerales, hubiera sido un desperdicio no hacerlo.
Gracias a ello descubrió ese medio ambiente único pues solo hay metano líquido entre las
fuentes termales y los pantanos, solo aquí existe la mezcla de temperatura y
minerales adecuados para mantener la vida a base de metano; cualquier
alteración podría destruirlo.
Y
Alejandro hablando de minas a cielo abierto, justo a la orilla del lago. Sus
criaturas no resistirían mucho tiempo ese cambio. Ha tratado de convencerlo,
para protegerlos debe olvidarse de los minerales. Pero el capitán es viejo y
necio: no entiende razones y cada vez se convence de que seguirá sus planes a
pesar de todo. A eso se reduce: son él y sus criaturas o los planes del
capitán.
“Alejandro
tiene que morir”.
La
superficie del lago de metano refleja las escarpadas paredes de hielo del cañón. El cielo es de monótono color naranja; si
alguien pudiera oler ese aire olería a hidrocarburos.
Servando
rema con vigor sobre la balsa inflable, enfundado en su traje espacial. El plan
funciono como lo tenía planeado: El capitán acepto observar a las
criaturas con sus propios ojos.
Abordaron la balsa y Servando se encargó de dirigirla a la parte más profunda.
Cuando le pidió que se asomara por la borda no lo hizo. Cada uno adivino las
intenciones del otro; se inició la pelea.
Con
el remo en las manos Servando dio un par de golpes que desbalancearon a
Alejandro, un empujón basto para que cayera al lago.
Sin
dilatarse empezó a remar sin voltear atrás; solo a la distancia se detuvo y
hecho un vistazo: Vio a Alejandro flotando en la superficie, el peso del traje
espacial y de su ocupante es menor al del mismo volumen de metano, por lo tanto
no puede hundirse.
Aún
se encuentra a mitad del lago, piensa mientras rema con fuerza, resoplando
dentro de su traje espacial. Antes de perderlo de vista le parece que intenta
brasear.
De
regreso a la nave deberá recoger el campamento,
los instrumentos y preparar el despegue; entre los dos les ha tomado al
menos cuatro horas, pero nunca ha hecho un despegue solo, por lo que podría
tardar ocho horas. Podría intentar un despegue de emergencia pero después
vendrían las preguntas incomodas y la investigación, aún tiene que explicar que
su capitán se ahogó en el lago.
A
la distancia a la que dejo a Alejandro no podrá regresar nadando a tiempo, pero podría llegar a una orilla y caminar.
Entonces podría regresar antes del despegue.
Se
detiene en ese punto: ha sido un grave error el no asegurarse que Alejandro se
ahogaría; no calculo que el traje flotaría. Tiene que regresar y
rematarlo, ¿Pero cómo? El traje espacial es virtualmente
indestructible, con calefacción y oxígeno para varios días. La única opción es
romper el visor, probablemente con el remo pueda hacerlo. Da vuelta a la balsa.
No
puede creer Alejandro que las cosas hayan salido tan mal. Cuando le propuso
salir en balsa a conocer a los animales del fondo del lago pensó que se
presentaba la oportunidad perfecta para encargarse de Servando. Era claro que
no podía matarlo dentro o cerca de la nave por las cámaras de seguridad. Creyó
ser lo suficientemente fuerte y ágil como para inmovilizarlo y con el cortador
de disco de diamante que tiene oculto habría cortado el conducto de oxígeno. Pero tropezó, no admitiría que Servando le
hubiera ganado, simplemente tuvo mala suerte.
Inclusive
si se hubiera hundido al fondo habría sobrevivido. Su traje está diseñado para
soportar las condiciones más adversas, pero si no alcanza la nave antes de que
despegue estará muerto aunque respire una semana más.
Cuando
ve la balsa acercarse de nuevo se prepara para no perder la oportunidad. La
balsa está hecha de kevlar irrompible, pero no resistirá el corte del disco de
diamante.
Se
mantiene sumergido lo más posible, ocultando el cortador. Intenta hablar con
Servando, pero ha desconectado su comunicador.
Lo ve levantar el remo para asestar un golpe mortal; corta la
superficie, entonces la balsa estalla; Servando cae de espaldas y se enreda con
los restos de la balsa al hundirse. Es la única oportunidad: una pelea de vida
o muerte, para ambos, para el planeta y las criaturas que viven en el fondo del
lago.
Las
criaturas observaron la pelea allá en lo alto, fueron testigos del inevitable
final: uno de los astronautas cayendo inerte, el calor de la calefacción los
mantuvo alejados un tiempo, hasta que las células de energía se agotaron. Aunque primitivas tenían cierto grado de
inteligencia; contaron historias que se engrandecieron con el transcurso de las
generaciones.
¿Cuál
de los dos regreso a la nave? Es una duda que se despejara cuando llegue la
siguiente nave.
Comentarios